sábado, 1 de octubre de 2016

Aquel vacío existencial


AQUEL VACÍO EXISTENCIAL

Por: Nilse Ximena Vargas Pérez 
Psicóloga de adolescentes



Aquel dia despertó sintiendo aquella sensación de vacío en el espíritu. Se había percatado que esto venía ocurriendo cada vez con mayor frecuencia. A los 13 años había perdido paulatinamente la confianza en sus padres, ¿cómo hacerlo?, su padre nunca estaba en casa, llegaba de noche cuando él ya se encontraba dormido y al despertar ya se había marchado. 
Tu padre dejó dinero para tus pasajes y gastos -le decía la madre- entregándole un par de billetes y algunas monedas. Yo tampoco estaré hasta muy tarde, puedes comprar la comida o preparar algo si quieres, hay algo guardado en el congelador.
Se alistaba despacio, muchas veces no lograba ni siquiera cepillarse los dientes mientras corría a tomar el bus del colegio, de su brazo colgaba una mochila algo mugrienta con un montón de stickers y llaveros de colección. En su mano derecha su celular, que cuidaba más que a su vida, conectado a los auriculares con música en sonido estridente, sin importarle que las recomendaciones a no oír en voz alta la música le afectaran.
En el bus, se sume en la música y enciende el celular para ingresar a su página de snapchat, observando fotos y viendo videos, riendo a solas en el fondo dle bus, adelante, chiquilines de 8 a 11 años juegan y ríen despreocupados. Entonces siente esa sensación, otra vez, el nudo en el estómago, el vacío, la soledad y el enojo que poco a poco de apodera de su rostro y se torna serio, cierra los ojos, mira las imágenes sin mirarlas en realidad, se pierde en la música. Ya no sabe qué ocurre con él, porqué pasa tanto tiempo molesto, hosco, sin ganas de nada.....

En mi experiencia de trabajo con adolescentes, recibo jóvenes con este síntoma contemporáneo: "la soledad", esa mezcla de vacío, de enojo, de no entender qué ocurre con ellos; entretanto, los padres me preguntan: "¿qué le falta?, intentamos darle TODO, pero NADA lo satisface, pide y pide y no le interesa nada más, ya no habla con nosotros.... se hunde en su música absurda, en su mundo de celular".

¿Cuándo paso?, -pregunto- y las respuestas son similares, entre los 13 y 14 años, cada joven o muchachita se "abisma" en su mundo propio, deja de hablar, se comunica con simples monosílabos propios de su grupo de edad y crean su propio mundo de soledad, entonces, una y otra vez, empiezan a sufrir desesperadamente, a hacer cosas inentendibles, cortarse, embotarse con el celular, gruñir sin aparente razón, llorar las chicas, gritar los varones, pero de comunicación.... NADA. Papá y mamá son dos perfectos extraños, la caída de ideales es fatal, surge la crítica, la ironía, las palabrotas de grupo, los memes, la aparente desfachatez en sus conductas.

En la consulta pregunto, ¿cuándo empezaste a sufrir así?, ¿en qué momento dejaste de conectarte con el niño o la nena que fuiste recién ayer?, y sale la risita irónica, la mirada  perdida y las lágrimas furiosas que son velozmente reprimidas; "¿qué quieres que te diga?, -me dicen- a ellos no les importo, es más, ahora descubro que jamás les importé, ni siquiera me conocen, ni siquiera pienso responder a sus preguntas porque salen como reproches, como críticas, a veces, ni siquiera mis amigos me comprenden, estoy bien así, yo no necesito psicólogo".

Entretanto las notas de colegio bajan, la habitación permanece sucia, la comida chatarra es buscada con ansiedad, y los padres discuten, se echan la culpa, sin percatarse que su "niño" o su "niña" los estudia, los analiza, los juzga, los descubre sin máscara y mientras caen al vacío sus ideales, él va cayendo con ellos. 

Pero los padres no comprenden que este es posiblemente el mejor momento de sus vidas para poder mirarse desde adentro, como padres, como modelos de identificación, como figuras de autoridad. No es el encuentro hacia el hijo lo que se juega, es el encuentro en su "interior de padre", "en su interior de madre", en los mensajes que emiten, en las conductas no verbales que despliegan, en las actitudes de "hombre" y "mujer" que aterradoramente despliegan frente a los hijos causando horror en ellos y rechazo a parecerse un dia a alguno. 

Difícil para un adolescente aún pensar quién quiere ser, porque su mente está centrada en descubrir quiénes lo acaban de decepcionar. Esta caída de ideales necesaria, importante, es la que se recorre en el camino terapéutico, porque si no fuera por ella, aún a costo del dolor propio del jovencito y la muchacha, nunca se establecería la desvinculación que dé lugar al "ser propio" que debe aprender a "dar a luz" por su cuenta cada adolescente. largo el camino, tortuoso, plagado de cólera, tristeza y soledad, en el que los padres en lugar de poner todo de su parte tienden a culparse recíprocamente o a autoreprocharse y victimizarse.

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