martes, 27 de diciembre de 2016

MIGUEL NO QUERÍA MORIR

Por : LPSI. Nilse Ximena Vargas Pérez
Psicoterapeuta de adolescentes

Cuando despertó en aquel hospital Miguel no lograba aún identificar qué fue lo que acababa de ocurrir; un médico residente en Gastroenterología lo estaba revisando, yo era la  Psicóloga en aquel tiempo; y él me miró,  de aquel modo en que me miraba un médico cuando sabíamos que alguien iba a morir: evidemente, aquel adolescente de 15 años se había tomado casi un galón de un litro de gramoxone, aquel veneno que usan en el campo para eliminar plagas.

Un gesto al interno, como señal de que me dejara solo con aquel niño, y él  salió moviendo la cabeza , sentada, en la esquina de la cama pregunto: ¿Cómo estás Miguel?, "me duele mucho, qué me pasó?, ¿no recuerdas aún?, murmuro, ¡¡¡mjjj!! ... "estaba enojado", me había peleado con mi padre porque recién falleció mi mamá y ya lo ví con otra mujer", -¡ayyyy!, ¡duele demasiado!, me quema por dentro-, estaba furioso, le reclamé y peleamos, ¡necesito quien me cuide! dijo mi padre, ¿y yo?, -le dije- ¿y yo?.... y me fui con enojo al campo, a cuidar el cultivo, pero vi el bidón y me tomé, quería que se asuste y vea qué puede  pasar si muero. ¿Quisiste morir?, pregunté, ¡¡NO!!, sólo quise asustarlo, bueno,  ese rato tal vez, pero no pensé, me habían dicho que te hacen lavados y ya, quería que él se asuste y deje a esa mujer y nos cuide a mo hermana y a mí.

Miguel había ingerido demasiado veneno, el gramoxone iba destruyendo el interior de su cuerpo y no sabía que estaba con morfina para que el dolor le fuera más llevadero, iba a morir, sus órganos internos se quemaban cada minuto, me habían llamado solo para "ayudarlo a morir" en palabras del médico internista, le había además inyectado un fuerte somnífero para dormir.

Intenté que me contara algo de su vida, y que me hablara de sus sueños de adolescente, le gustaba la música de Big Boy (era el año 2000), y sonreía al recordar a su mamá, mencionaba que al salir del hospital iba a pedir perdón en la tumba de su madre por haber tomado aquella acción y que iba a tratar de conversar con su padre.

No pudo decir más, la droga hacía su efecto, se iba durmiendo. Aquella noche a las 2 de la madrugada, el interno me llamó, decía que Miguel estaba gritando de dolor y que estaba muriendo en medio del más intenso sufrimiento.

Fui más temprano para verlo, pero ya había fallecido, el torpe interno estaba dando la noticia al padre del muchacho con brusquedad, sin un poco de tino, carente de empatía o temeroso tal vez por la angustia de haber pasado la noche escuchando los gritos de aquel gentil muchacho.

Durante el tiempo que tuve la oportunidad de trabajar en aquel hospital o en centros de salud, hubo otras ocasiones en que atendí a varios adolescentes por intentos de suicidio, no volví a ver morir a nadie más, pero las circunstancias de cada  intento de suicidio siempre fueron las mismas: el enojo, querer "castigar" a algún progenitor, buscar afecto, sobre todo, usar el intento de suicidio como una conducta "acting-out" que en Psicología hace referencia a un acto que sale del campo de  la reflexión, que es manejada por el impulso generado por el enojo, la frustración, la ira o el intenso dolor, muchas veces por episodios frecuentes de depresión y soledad en el adolescente, en la muchacha.

Por otra parte, en mi experiencia clínica de consultorio, aprendí a "escuchar" cuando un joven o una muchachita amenazan con suicidarse y tuve que realizar intervenciones de urgencia con los padres pues a veces, por ignorancia, porque ellos piensan que es una manipulación de sus hijos, suelen pensar que "nada va a pasar", que es "pura amenaza".

Pero el adolescente está regido aún por sus impulsos, se halla conflictuado por sus cambios frecuentes de humor o de carácter, tiende a la irascibilidad, a la espontánea irupción de conductas no reflexionadas y salidas de cualquier contexto de comprensión.

                  UNA AMENAZA DE SUICIDIO, PUEDE LLEVAR A UN INTENTO,
                  O DOS, O MÁS DE QUERER QUITARSE  LA VIDA.
               UN  INTENTO DE SUICIDIO, PUEDE LLEGAR UN DÍA
              CUALQUIERA ....A SER UNA  MUERTE REAL. 

Miguel no imaginó que iba a morir, cortó su vida en un instante de enojo, dejó a su padre anclado en la culpa, el dolor inimaginable, la desesperación.

En la terapia, se trabaja bajo el prisma de la URGENCIA, no pueden establecerse sesiones largas y tediosas de indagación de antecedentes, lo vital es identificar QUÉ OCURRE con este joven,  con esta muchacha, hay muchas razones por las cuales ocurre el intento suicida, se requieren las sesiones de terapia familiar, sobre todo aquellas de terapia breve centrada en el enfoque sistémico, que coadyuvan de manera precisa a evitar un nuevo intento, para que pueda fluír un campo de comunicación familiar, vincular, sistémico que llegue a descubrir un fondo amplio de complejas tramas familiares, donde la voz de un adolescente tuvo que hacerse escuchar a través del terrorífico intento suicida para promover movimientos terapéuticos que alcancen a todo el sistema familiar.

Hoy en día, cuando ocasionalmente escucho a Big Boy, recuerdo a aquel gentil muchachito, su sonrisa triste, la palidez de su rostro y pienso en lo importante que es "llegar a tiempo", encontrar el momento preciso en que nuestros hijos siendo adolescentes empiezan a vivir experiencias internas confusas, extrañas, ajenas al conocimiento de nosotros como padres y expreso con total certeza que es un momento en que debemos aprender a escuchar, a no juzgar, a "abrir" nuestra mente a su tiempo y su realidad de adolescente, estar a su lado aunque sea dificil... la terapia ayuda a poder realizar este encuentro especial.



miércoles, 7 de diciembre de 2016


ESTAR EN UNA TRIBU URBANA
-ES MÁS QUE SENTIRSE "EN UN GRUPO"

LPSI. Nilse Ximena Vargas Pérez
PSICÓLOGA DE ADOLESCENTES

Indudablemente para Mariana ser "emo" es lo mejor que pudo pasarle en la vida. Hace un par de meses conoció a Matías y Clarisa, dos chicos de su edad que conoció en la plazuela Cobija de Cochabamba. Recuerda que se había sentado en una banqueta para pensar en lo que le estaba ocurriendo: desde hace un par de años empezó a sentir que estaba hastiada de  la vida, que escuchar a sus padres y hermanos a diario discutir por cosas según ella "superfluas", ya no era parte de su interés y de hecho, ella había sido la protagonista principal en su infancia en este tipo de discusiones, sobre comida, salidas, derechos entre hermanos, reclamos a sus padres por querer ser el centro de atención de ellos, etc.

Pero a sus 13 años murió su abuelo, el único ser en el mundo que la conocía mejor que nadie en su casa, ni su mamá que tenía desde siempre sus accesos de histeria y somatizaciones frecuentes para atraer la atención (sus migrañas que la tumbaban en cama, dopada y ajena de  la realidad familiar), ni su padre tan ausente, preocupado por perfeccionar su carrera profesional con maestrías que realizaba o diplomados para ser el mejor "ejecutivo" de su empresa en la que es socio mayoritario.

Mucho menos sus dos hermanos mayores que andan por su cuenta entre fiestas, viajes, salidas y frecuentes gritos sobre "quién usó mis cosas", o "quién tiene la mayor cantidad de amigos", tampoco su hermanito menor que se halla recontra sobreprotegido por sus padres debido a que "apenas tiene 8 añitos" -según la madre- y a quien ve aferrada al pequeño. Claro, Mariana piensa que este pobre niño ni puede respirar solo.

Fue así, que la tristeza la fue invadiendo y le contaba esto a su abuelo materno, que vivía en un cuarto apartado de la casa, a quien cuidaban poco en realidad, aunque ella no, ella siempre estuvo a su lado. Cuando murió ella sintió que la vida se le fue, que todo lo que tenía se iba con él, ¿quién la confortaría cuando tenía ganas de llorar porque aquel chico la dejó?, ¿quién reiría de sus anécdotas de colegio?. 

La muerte del abuelo la dejó solitaria y empezó a querer saber sobre los chicos y chicas que son tan "sentimentales" como la llama con ironía su papá y sus hermanos. Un día su hermana le dijo : "pareces una tonta emo", y ella tomó conciencia de que esta palabra significaba algo, e  indagó, "alguien" en su colegio le dijo que a veces habían grupos de emos que se reunían en ciertos lugares. Aquel día ella fue a buscarlos y ahí vió a Matías y Clarisa, una pareja de enamorados de 15 años que "la escucharon", "lloraron con ella", "la hicieron sentir perteneciente a algo", "le dieron un lugar" que ella sintió perdido.

Una semana después su indumentaria era otra, su pelo recortado y pegado a la cara tapando sus ojos o medio rostro, su ropa típica de "ch¡ca emo", sus cuadernos y stickers en la mochila, su grupo amado con el que sale casi a diario. Sus padres azorados, sus hermanos que se burlan, nada le importa, ahora ha empezado a coleccionar música emo, la que la hace feliz en medio de su dolor y depresión por su vida, paradójico, ama ser "depresiva", ama ser "emo", la "chica emo" despreciada por su curso, pero "amada" en su grupo.

A los padres les aterra que sus hijos ingresen en pandillas y con dificultad distinguen la diferencia entre lo que son pandillas de lo que son "tríbus urbanas" hoy en día, ¿cuántas hay?, se sorprenderían, el punto es : ¿a cuál pertenece mi hijo o mi hija?, ¿porqué elige una?, ¿en qué momento de su vida?, ¿cómo debo proceder como madre, como padre para saber si elige esta tribu por convicción o por simple circunstancia?.

La duda y el desconocimiento, entretanto juzgan, sancionan, prohiben o etiquetan al grupo, sin saber lo que este le da a su hijo, lo que su hija encuentra allí.

Las tribus urbanas son una realidad frente a la cual debemos prepararnos como padres, conocer sus bases ideológicas, su estilo de música, los mensajes que emiten, la indumentaria que utilizan, los puntos precisos de encuentro cuando se forman estos grupos. Sólo de este modo se producirá nuevamente un ENCUENTRO, un espacio de diálogo con sus hijos, no juzgarlos, no prohibirles, no criticar su ropa o música, o lenguaje, sólo conocer y procurar acercarse a ese mundo interno que buscan ellos a través de la unión a esa tribu urbana que eligió.

En la terapia psicológica, se busca hacer que "hable" de eso que "sufre", de sus temores, de la funcionalidad en su vida que tiene la depresión, de lo que significa cortarse, o vivir sufriendo, para ellos esto "ES" funcional, y es esa "aparente funcionalidad" lo que da cuenta de su arraigo al grupo, a la tribu. El camino de recorrido es largo, se pasa del escuchar, del cuestionar con respeto y si se puede algo de ternura, a valorar lo mejor de ellos, a no quitarles su tribu, ni su creencia, sólo a permitirles nuevamente la posibilidad de creer que su "indivualidad" no implica soledad, que no requiere "apegos" peligrosos a costa de su afectividad, que a pesar de todo tienen a la mejor persona de sus vidas a su lado : ELLOS MISMOS. 






viernes, 18 de noviembre de 2016

RESILIENTE DESDE SIEMPRE, 
POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE

Por: Nilse Ximena Vargas Pérez
PSICÓLOGA CLÍNICA DE ADOLESCENTES

"Luis Alberto y su pequeño hermano Matías pelean tan seguido que para Lucas es siempre complicado lograr que ambos lleguen a un acuerdo, sobre todo porque ambos le piden ponerse de su parte. Con 4 años de diferencia cada uno, Lucas tiene 16 años, dentro de un año más terminará el colegio y saldrá del internado-hogar de varones donde vive desde sus 12 años; aún recuerda porqué ingresó allí junto con sus dos hermanos menores, recuerda aquel fatídico día cuando una vez más su padre retornó ebrio y golpeado a su casa; había peleado y la naríz le sangraba, al verlo así el horror se apoderó del pequeño que empezó a llorar casi a gritos mientras la madre procuraba tranquilizarlo, Luis Alberto había corrido al baño en busca de papel higiénico y toallas  para limpiar la herida y cortar el sangrado.
Lucas retornaba de las faenas del campo que solía encargarle su padre, eran las 9 y corrió al oír los gritos de auxilio de su madre y los chillidos de sus hermanos: ¡No!, -pensaba- ¡otra vez no! y corría con velocidad de rayo. Al abrir la puerta el espectáculo más atroz se desplegaba ante sus ojos: el padre estrangulaba a la madre con una mano y con ira inusitada clavaba un cuchillo en su vientre mientras le decía que ella no era de nadie más que de él, en su delirio celópata acusando a  la mujer de adulterio.
Luis Alberto luchaba con la fuerza del padre y el pequeño Matías azorado en un rincón chillaba sin parar, Lucas cogió una palo y golpeó la espalda del padre logrando que reaccionara y soltara el cuello de la mujer. Aquel instante de turbación sacó al hombre de su delirio y locura y al volver en sí vió a la esposa agonizando frente a él, con la mirada suplicante y el hilo de vida que le quedaba solo sirvió para decir: "te perdono", al marido.
Lo que vino después fue rapido, el juzgado de protección a la infancia puso preso al hombre y los niños fueron a vivir e aquel internado-hogar".

Los hermanos pelean: ¡te odio tanto como odio a TU padre le dice Luis Alberto a Matías, ¿cómo puedes defender a ese maldito que mató a nuestra madre?, "ha venido a pedir perdón, de rodillas ha pedido perdón" explica Matías, es mi papá, tuyo también y nuestra madre le perdonó antes de morir, a mí me enseñan aquí en en Hogar que no se debe odiar". Lucas ve la pelea y evoca la imagen del asesinato, llora, separa a los hermanos, abraza a Matías, lo besa en la cabeza y limpia sus lágrimas de niño desvalido; toma a Luis Alberto del brazo, también lo abraza pero el chico lo rechaza, "tú también le perdonas", a ese infeliz, tú llegaste tarde, yo no pude defenderla, no quiero verlo, no quiero sus disculpas, es tarde, ella nunca volverá". Lucas lo abraza con fuerza, lo contiene en sus brazos, "está hermano, está, está en nuestros corazones, y ese hombre hoy es solo un miserable que no puede soportarse a sí mismo por la culpa y el castigo, no soy quien para aumentar ese dolor, porque ella me enseñó a perdonar, a amar, y a tí también.... DEBES PERDONAR".

El año 2009 cuando trabajé en aquel Hogar de varones conocí a estos tres hermanos, aprendí del mayor la fuerza de  la voluntad y el perdón, y del pequeño la candidez del amor noble; cuando su padre vino acompañado de dos policías a pedir perdón a sus hijos (4 años después del crimen), me solicitaron atender en consulta clínica al segundo hijo, aquel chico de 12 años que infringía normas a diario y todo el tiempo tenía problemas de conducta y la ira era su modo cotidiano de expresión, agredía con frecuencia al pequeño y desobedecía al mayor. Muchas sesiones de psicoterapia individual y entre hermanos y aquella que se realizó con el padre cuando vino de prisión para pedir perdón de rodillas a sus hijos, lograron que este muchachito expresara el profundo odio que sentía "por sí mismo", por no haber podido "salvar" a su madre. El hermano mayor inculcó al pequeño que el perdón era un milagro, que entre ambos perdonaran a su padre y ayudaran a su hermano. 
Los educadores solían decir con frecuencia lo profundamente RESILIENTE que era Lucas y cuando él pudo conocer aquel concepto, se propuso como meta hacer que sus hermanos también fueran resilientes a aquel evento traumático, a aquella profunda experiencia de dolor y pérdida del ser más amado que tuvieron en su infancia, su mamá.

LA RESILIENCIA ES LA CAPACIDAD del ser humano para hacer frente a  las adversidades de  la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas.
Para que ésta capacidad aparezca en un sujeto, cuenta la interacción de esta persona con su entorno humano. Para obtenerla requiere ciertos factores protectores, como ser:
1) AUTOESTIMA: es el amor propio, se construye con el otro.
2) INTROSPECCIÓN: es el arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta.
3) INDEPENDENCIA: es saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; la capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento.
4) CAPACIDAD DE RELACIONARSE: habilidad para establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas.

En el año 2009 cuando conocí a estos tres hermanos, descubrí el valor de  la resiliencia como factor para la vida de los seres humanos, supe que es cuestíon de "elección", de decidir si vivimos en el recuerdo del dolor o si salimos adelante y usamos ese dolor como recurso. Así fue con ellos 3 y hoy, 7 años después de haberlos conocido, agradezco su vida en la mía, y agradezco esta hermosa profesión que me hace creer en los niños y en los adolescentes, que me hace saber que tras tanto dolor que siente a veces un adolescente, su fuerza interior es mayor a todo, su amor propio está ahí, en un lugar, oculto, a veces oscuro, pero ahí, está esa luz interna que brilla y lo hace salir de su soledad, de su letargo, de su aparente odiada existencia.

En honor a ellos, a estos adolescentes, a ustedes, a nosotros que un día también fuimos adolescentes, PSICOTEANS publica este caso y lo acompaña con un hermoso video inspirador.

viernes, 4 de noviembre de 2016

"Psicoteans":cuenta con nosotros: CADA VEZ MÁS SOLOS

Una vez más Dani se mira al espejo..... sus grandes ojeras a pesar de haber dormido durante horas y horas; de hecho, hace bastante tiempo que ha venido durmiendo demasiado, las clases terminaron y está de vacación, su madre este año tiene más trabajo que de costumbre y desde el divorcio su padre viene menos a casa.
.... Mira sus profundas ojeras, los ojos casi inexpresivos excepto que al acercar el espejo más hacia la mirada, no puede evitar un suspiro, o un resoplido mas bien de hastío, de cansancio, mira una vez más aquella mirada triste, solitaria, ¿cuándo pasó?....
....."eres un infeliz, ¿cómo pudiste hacerme esto?, vocifera Claudia, la madre de Dani, mientras grita, lanza objetos al piso con furia y el bebé de 1 año llora aterrado desde la silla de bebé donde lo acomodan cuando van a comer; Gustavo, también vocifera : "te lo mereces, jamás me das atención, no sirves como mujer, ni como madre, ni nada, ella me da todo lo que necesito como hombre", la toma de las manos procurando evitar la bofetada que ella le va a  propinar.

Dani, sentado en la mesa se tapa la cara, frota sus ojos con furia y guarda silencio, conoce estas escenas, las vive desde que tenía 7 años, infidelidades del padre, la violencia de la madre, los accesos de cólera de ambos, sabe lo que vendrá, el padre se irá un tiempo, vivirá su idilio con "alguien", luego volverá, pedirá perdón, habrá un tiempo de paz, la madre le dirá a Dani e Isabel (su hermana) que lo hace "por ellos", que no hay de otra, y luego otra vez. 

Un tiempo, Dani se  metía en la pelea hasta que un día descubrió que no valía la pena, dejó de confiar en ellos, solía llorar cuando era niño y consolaba a Isabel (dos años menor que él), últimamente Isabel se pone los auriculares y se hunde en su música, tiene 14 años, Dani 16. Se levanta de  la mesa, se acerca al bebé, lo saca de allí hacia su cuarto, Isabel ya se fue.... a algún lugar....Dani lleva al bebé a su cuna, le alcanza el biberón, lo acaricia, le habla despacito para tranquilizarlo, logra que pueda dormir.

Los gritos cesan después de ecuchar el portazo común, seguro el padre se volvió air, la madre estará llorando, no le importa ya, quiere estar solo, toma su canguro azul con esa capucha grande que le cubre toda la cara, sale de casa despacio, su madre no lo ve, no puede hacerlo, cada quien con su soledad, con el vacío de su vida, Dani camina, camina, sin pensar nada que no sea solo el no llegar a casa de nuevo, y esa sensación otra vez..... podriá estar con mil amigos, de  hecho tiene su grupo y a veces salen, lo hace simplemente, pero se siente cada vez más solo, ahora, hoy, está solo, camina solo pero sobre todo .... se siente profundamente solo y ese sentimiento lo embota, le produce cierta sensación desconocida, esa mezcla de  placer y dolor, ya no sabe qué es...."

La soledad del adolescente, ese momento que un dia aparece de pronto cuando caen sus ideales paternos, cuando después de haber buscado algo de ellos que nunca encontró, simplemente se cierra, se mete en su mundo y se convierte en un enigma para los padres. Cunado observa que vive en un mundo adulto donde el ser "adolescente" ya es  un síntoma general, nadie quiere envejecer, los padres no quieren ser  padres, evitan la madurez y se anclan en conductas egocèntricas, desde la cual ellos también "exigen su derecho a disfrutar, de ser hombre, de ser mujer", y las barreras generacionales dejan de existir, porque el mundo tiende a "adolescentizarse", donde todos quieren ser jóvenes, hermosos, vitales, donde el tener cosas es más importante que el "estar" para los demás.

Y como Dani, muchos adolescentes no encuentran en quien confiar, y el sentimiento de abandono, de vacío, esa soledad insondable crece y crece, pasa del dolor al placer de "sentirse solo", de dormir para perderse de  la realidad.

"Dani mira sus ojeras, esa tristeza en sus ojos, sabe que un día se irá de esa casa, por ahora, debe aguantar, abre la puerta, va al cuarto del bebé, lo toma en brazos, lo lleva hacia la madre que también duerme, lo deja a su lado..... sale otra vez..... solo, solo, más solo que nunca....."

domingo, 23 de octubre de 2016

CORTARSE NO ES CUESTIÓN DE PLACER

CORTARSE NO ES CUESTIÓN DE PLACER 

Por : LPSI. Nilse Ximena Vargas Pérez
PSICÓLOGA DE ADOLESCENTES

Una vez más Mariela se encierra en el baño, acaba de tener una acalorada discusión con su madre, como siempre, no logra comprender qué quiere, le dice que va a confiar en ella y darle libertad para salir y compartir con sus amigos, pero la llama más de 10 veces al celular cuando sale y si retorna tarde empieza a gritarle y tironearla de la ropa, ésta vez fue mucho más lejos, Mariela llegó a las 8:00 p.m. , sabía que su permiso era solo hasta las 7:00 pero se retrasó, acababa de conocer a este muchacho y se quedó fascinada conversando con él en la plazuela, cuando sonó el celular, el tono de su madre la asustó, salió corriendo a tomar el micro que la llevaría a casa.

Apenas ingresó sintió el zarandeo, las palabras hirientes: "jamás confiaré de nuevo en tí", "¿con quién estabas?"...... ella se queda callada, la madre la zarandea con mayor violencia, enojada, los ojos enrojecidos de haber llorado, "perdón má", susurra, y de pronto, la bofetada, le quema la cara, la culpa desaparece y emerge la culpa, "eres una mala, nunca logras comprender qué siento", "no debiste pegarme, no debiste pegarme" grita y sale corriendo hacia el baño, se encierra, busca en su bolsillo, aquel estilete pequeño que ha venido usando algunas veces, se apoya en el inodoro, llora fuerte, muy fuerte, la madre golpea su puerta, suspira, calma su llanto fuerte y solloza despacio, "Mariela, grita la madre, sal hija, hablemos", la escucha, guarda un largo silencio, suspira, "ya voy má", responde, espérame abajo.

La madre abandona la puerta del baño, baja las escaleras despacio hacia la cocina, Mariela escucha, llora suavemente, "¿porqué?, ¿porqué? susurra y con mucha calma, toma el estilete y lo acerca a su muñeca, en la parte alta, corta, el ardor es atroz, lo siente mientras sus lágrimas corren, luego un letargo, el llanto cesa, el ardor da paso al calor, la sangre correa despacio y ella va sitiendo alivio, paz, se apacigua su dolor, se levanta, limpia y esconde el estilete, toma un trozo de vendas del botiquín y se venda despacio, luego, cubre todo con su polerón largo, nadie lo notará, nadie, limpia las manchas de sangre con clama, se siente en paz, sale de baño, baja a la cocina, su madre la abraza, la mira, sonríe, recibe el plato de comida en silencio y mira la televisión que se halla cerca. Nadie, nadie notó que en sus ojos se perdió el brillo, la luz, que ella quedó aletargada, libre de sentir, de sentir nada".

El cutting, un símtoma contemporáneo de nuestros adolescentes, una conducta que emergió hace muchos años de los niños y adolescentes de  la calle, como rito de iniciación para ser parte de un grupo, una pandilla, un sector de "pertenencia". Poco a poco esta conducta se fue ampliando a otros sectores de jóvenes y muchachitas, que al sentir el peso de la cultura empezaron a realizar este tipo de comportamiento para alejarse de la realidad. Jóvenes frágiles, sensibles, con poca contención y comprensión de padres que también, temerosos por la época, los secuestros, las malas influencias, el temor a los abusos, los asesinatos, buscan rodear a sus hijos de todo "dentro de casa" y se aterran cuando llega le momento de que ellos "experimenten" la vida, las salidas, los encuentros, las relaciones de amistad, los grupos, las parejas, el alcohol, etc.

Sufrimiento letal para ambos, padres e hijos, para ellos, nuestros adolescentes, el recurso directo es la autoagresión, no es algo que genere placer, es solo el desahogo a la tensión, a la ansiedad, al dolor, el no poder confiar en nadie. ¿los efectos?, una especie de "adicción" a cortarse, en zonas que no se ven, por causas que ni ellos mismos podrían definir con claridad.

En la terapia, el discurso, el hablar del adolescente, lo que quiera decir, es lo que abre espacio al ámbito del pase del dolor, de la acción impulsiva al conocer, a identificar, a saber qué ocurre ahí, justo donde surge el corte.

sábado, 1 de octubre de 2016

Aquel vacío existencial


AQUEL VACÍO EXISTENCIAL

Por: Nilse Ximena Vargas Pérez 
Psicóloga de adolescentes



Aquel dia despertó sintiendo aquella sensación de vacío en el espíritu. Se había percatado que esto venía ocurriendo cada vez con mayor frecuencia. A los 13 años había perdido paulatinamente la confianza en sus padres, ¿cómo hacerlo?, su padre nunca estaba en casa, llegaba de noche cuando él ya se encontraba dormido y al despertar ya se había marchado. 
Tu padre dejó dinero para tus pasajes y gastos -le decía la madre- entregándole un par de billetes y algunas monedas. Yo tampoco estaré hasta muy tarde, puedes comprar la comida o preparar algo si quieres, hay algo guardado en el congelador.
Se alistaba despacio, muchas veces no lograba ni siquiera cepillarse los dientes mientras corría a tomar el bus del colegio, de su brazo colgaba una mochila algo mugrienta con un montón de stickers y llaveros de colección. En su mano derecha su celular, que cuidaba más que a su vida, conectado a los auriculares con música en sonido estridente, sin importarle que las recomendaciones a no oír en voz alta la música le afectaran.
En el bus, se sume en la música y enciende el celular para ingresar a su página de snapchat, observando fotos y viendo videos, riendo a solas en el fondo dle bus, adelante, chiquilines de 8 a 11 años juegan y ríen despreocupados. Entonces siente esa sensación, otra vez, el nudo en el estómago, el vacío, la soledad y el enojo que poco a poco de apodera de su rostro y se torna serio, cierra los ojos, mira las imágenes sin mirarlas en realidad, se pierde en la música. Ya no sabe qué ocurre con él, porqué pasa tanto tiempo molesto, hosco, sin ganas de nada.....

En mi experiencia de trabajo con adolescentes, recibo jóvenes con este síntoma contemporáneo: "la soledad", esa mezcla de vacío, de enojo, de no entender qué ocurre con ellos; entretanto, los padres me preguntan: "¿qué le falta?, intentamos darle TODO, pero NADA lo satisface, pide y pide y no le interesa nada más, ya no habla con nosotros.... se hunde en su música absurda, en su mundo de celular".

¿Cuándo paso?, -pregunto- y las respuestas son similares, entre los 13 y 14 años, cada joven o muchachita se "abisma" en su mundo propio, deja de hablar, se comunica con simples monosílabos propios de su grupo de edad y crean su propio mundo de soledad, entonces, una y otra vez, empiezan a sufrir desesperadamente, a hacer cosas inentendibles, cortarse, embotarse con el celular, gruñir sin aparente razón, llorar las chicas, gritar los varones, pero de comunicación.... NADA. Papá y mamá son dos perfectos extraños, la caída de ideales es fatal, surge la crítica, la ironía, las palabrotas de grupo, los memes, la aparente desfachatez en sus conductas.

En la consulta pregunto, ¿cuándo empezaste a sufrir así?, ¿en qué momento dejaste de conectarte con el niño o la nena que fuiste recién ayer?, y sale la risita irónica, la mirada  perdida y las lágrimas furiosas que son velozmente reprimidas; "¿qué quieres que te diga?, -me dicen- a ellos no les importo, es más, ahora descubro que jamás les importé, ni siquiera me conocen, ni siquiera pienso responder a sus preguntas porque salen como reproches, como críticas, a veces, ni siquiera mis amigos me comprenden, estoy bien así, yo no necesito psicólogo".

Entretanto las notas de colegio bajan, la habitación permanece sucia, la comida chatarra es buscada con ansiedad, y los padres discuten, se echan la culpa, sin percatarse que su "niño" o su "niña" los estudia, los analiza, los juzga, los descubre sin máscara y mientras caen al vacío sus ideales, él va cayendo con ellos. 

Pero los padres no comprenden que este es posiblemente el mejor momento de sus vidas para poder mirarse desde adentro, como padres, como modelos de identificación, como figuras de autoridad. No es el encuentro hacia el hijo lo que se juega, es el encuentro en su "interior de padre", "en su interior de madre", en los mensajes que emiten, en las conductas no verbales que despliegan, en las actitudes de "hombre" y "mujer" que aterradoramente despliegan frente a los hijos causando horror en ellos y rechazo a parecerse un dia a alguno. 

Difícil para un adolescente aún pensar quién quiere ser, porque su mente está centrada en descubrir quiénes lo acaban de decepcionar. Esta caída de ideales necesaria, importante, es la que se recorre en el camino terapéutico, porque si no fuera por ella, aún a costo del dolor propio del jovencito y la muchacha, nunca se establecería la desvinculación que dé lugar al "ser propio" que debe aprender a "dar a luz" por su cuenta cada adolescente. largo el camino, tortuoso, plagado de cólera, tristeza y soledad, en el que los padres en lugar de poner todo de su parte tienden a culparse recíprocamente o a autoreprocharse y victimizarse.